Un besazo grande y gracias.
Capítulo
9.
Amigos.
Bianca.
Llegamos
con Bernardo al pub en el centro de Kirkenes. El mismo que una tarde Clelia y
yo nos habíamos sentados a beber algo después de comprar sus muebles. Mucho
tiempo había transcurrido desde aquella vez. Mucha agua bajo el puente había
corrido. Tristezas, alegrías, festejos, y duelos. Lo importante que aún
estábamos aquí, mi amigo y yo, frente a frente, café por medio.
La
idea había surgido de mí. Encontrarnos nosotros solos sin las respectivas
parejas y así poder hablar con libertad de cosas de la vida, pero desnudando el
corazón sin el temor de ser juzgado… Y eso solo lo haces con un amigo.
Cuando
se lo comenté a Sebastien me dio el visto bueno, incluso se alegró que ambos
decidiéramos dejar a un lado nuestras diferentes razas y resurgir lo único que
importaba, la amistad verdadera.
El
mozo dejó los cafés dobles sobre la mesa y se alejó, di un vistazo alrededor.
Hasta las cortinas de las ventanas seguían siendo las mismas. Casi nada había
cambiado, salvo el dueño del pub. Ya no era Ralph, hermano de Sabina. Él ya no
estaba entre los vivos. Y tampoco nosotros éramos los mismos aunque nuestra
amistad continuara tan férrea como siempre.
Observé
hacia fuera, la calle transitada iba perdiendo poco a poco el flujo de gente
debido al clima invernal. Serían las ocho de la noche pero la penumbra nocturna
reinaba desde las dos de la tarde. Pronto la noche se adueñaría de Kirkenes por
dos o tres meses de lo que duraría el invierno. Sin embargo a mí ya no me
importaba no disfrutar de las tarde frías de Oslo. Mi vida estaba aquí, lo
ansiado y amado estaba aquí, no necesitaba nada más.
El
ruido de los sobrecitos de azúcar que tenía Bernardo en su mano, al rasgarse,
hizo que prestara atención. Lo observé con detalle mientras volcaba el azúcar
en la taza. Sus rasgos eran los mismos desde la primera vez que lo conocí en el
hospital, pero podría agregar que su barba candado lucía más abundante y sus
pómulos más firmes y delineados. Sus hombros en cuadratura perfecta y el
volumen de sus músculos lo hacían más fuerte y poderoso.
Sonrió
sin mirarme adivinando que lo estudiaba.
Dos
sobrecitos de azúcar, tres sobrecitos de azúcar… Arquee la ceja divertida.
-¿Qué?
–volvió a sonreír-. Me gusta dulce.
Reí.
-Lo
sé.
La
sonrisa que iluminaba su rostro no había cambiado por ser un lobo. Era idéntica
a cuando era humano. La fila de dientes perfectos asomaba entre sus labios y
las pocas arrugas del rostro se profundizaban por el gesto divertido. Ese gesto
que sabía de memoria aunque hubiera cerrado los ojos.
Levantó
la vista y me miró mientras revolvía con la cuchara.
-Lárgalo
ya. Dime que te mueres por preguntarme que dijo Sabina cuando le conté que
beberíamos un café en el pub.
Reí.
-Cierto.
Muero por preguntarte que ha dicho tu esposa de esta escapada de amigos.
-Bueno,
dijo en tono comprensible… “Mi amor, es un poco raro pero viniendo de Bianca,
no me opondré en absoluto”.
Sonreí
mientras bebía un sorbo de mi café. Deposité la taza y lo señalé con el índice.
-La
verdad.
Me
miró sonriente y carraspeó. Ante su silencio cómplice agregué divertida.
-Seguro
que dijo algo similar pero sin el tono comprensible.
-Estás
en lo correcto… Además quita el “mi amor”, dijo Bernardo a secas.
Reí.
-Berny,
siempre me haces reír… Es que permanentemente eres un ser alegre y eso es
genial.
De
pronto, bebió el café y se puso serio.
-No
creas… Ha habido momentos en que me convertí en una sombra de mí.
-¿De
verdad?
Me
miró antes de beber otro sorbo.
-Cuando
desapareciste, Bianca. Con aquella inundación…
Un
nudo apretó mi garganta y mis lentecillas de contacto se humedecieron. No por
recordar aquel suceso fatídico, sino de verle en la mirada el dolor por el que
había pasado creyéndome muerta.
Un dolor que volvía a vestir sus ojos cada vez
que lo recordaría.
-Pero
ahora estoy aquí –susurré-. Viva.
-Claro…
Claro que sí –asintió.
Miré
hacia la ventana… A lo lejos se divisaba en los cielos la verde y deshilachada
aurora boreal. Aunque no salieras a la calle la postal que reflejaba Kirkenes
en la ciudad y más allá en las cumbres borrosas, demostraba que el frío debía
ser el dueño absoluto de cada rincón del norte noruego. No era por las personas
vestidas con gruesos abrigos y gorras de lana, sino por ese silencio nocturno
de los cielos de diciembre, tan palpable como si pudieras recorrerlo con tus
manos. Y allá no muy lejos en una mansión, toda la calidez y el amor, mi hogar,
mis Craig.
Giré
la cabeza y lo miré a los ojos.
-¡Cuánto
hemos pasado juntos!
-Cierto.
Y pensar que fueron un par de años, parecen décadas. Debe ser el efecto de
vivir entre vampiros –rio.
-¿Recuerdas?
Hice asesinar a un lobo por ti.
Arqueó
la ceja, pensativo. Después recordó.
-Oh
siii, cuando te empeñaste en verme y yo estaba recién convertido. Sí, sí,
armaste la hecatombe en la reserva.
-Bueno,
quería saber cómo estabas y ese tal… ¿Lankaster? O algo así, no me permitía
entrar. Además se burló de Sebastien.
-No
te preocupes, ya me han puesto al tanto de lo ocurrido ese día.
-Sí…
Después decidí partir a Oslo, ¿recuerdas?
-Por
supuesto. Corrí por el monte para verte pasar por última vez.
-Sí…
Lo supe, aunque no te vi –suspiré por esa nostalgia que nos carcome a pesar de
ser dulce y agradable-. Pero mi mayor alegría fue verte en mi boda. Nunca voy a
olvidar como estalló mi corazón de felicidad por verte a mi lado en ese momento
tan importante.
-Bianca,
no seas mentirosa, el corazón te estallaba de alegría de pensar que en horas te
ibas a comer ese pedazo de vampiro que esperaba en el altar.
Reí.
-Nooo.
No es así. Fue por ti y la alegría que me diste.
-Vale,
dejémoslo ahí.
Bebimos
el café en silencio por unos cuantos segundos, quizás recordando cada uno su
posición y sentimientos de esa noche. Él también había quebrado reglas para
presentarse en la boda. Recién convertido y rodeado de vampiros.
-Cuéntame
de Yako. ¿Se porta bien?
-Sí,
esa bestia diminuta come como lima nueva.
Reí.
-Eres
muy malo con el niño.
-Te
lo digo en serio. Además es el anticonceptivo más eficaz.
-¿Qué
dices? –arquee la ceja divertida.
-Pues,
se duerme en nuestra cama entre Sabina y yo. Por supuesto luego lo pasamos a su
cuna… Algunas veces claro, cuando no nos dormimos antes que él.
Reí.
-¿Culpa
de Sabina o culpa tuya?
-¿Cómo
crees? De Sabina. Los padres ponemos orden y educamos y las madres los echan a
perder.
-¡Calla!
No es verdad.
-Sí,
es verdad. Las madres tienen esa condición de consentir a sus hijos. Verás
cuando seas madre te lo recordaré a cada instante.
Mi
rostro se ensombreció. Bernardo se preocupó.
-¿Qué
ocurre? ¿No puedes tener hijos? Si es así no te preocupes la medicina está…
-No
es eso –lo interrumpí-. Has tocado un tema crucial entre Sebastien y yo. Ahora
no estamos enfadados pero tuvimos una pelea por ese motivo.
-Déjame
adivinar. Él ya tiene a Douglas y a Numa y no quiere críos, lo convencerás
tarde o temprano.
-Soy
yo… Soy yo que no me siento preparada para ser madre. Él desea tener un hijo y
yo me niego. Él pensó que sería otro motivo, no sé, el hecho de no querer tener
un bebé que no fuera humano, pero no es eso… No siento la necesidad de ser
madre hoy por hoy.
-¿Y
cuál es el apuro? Tranquila, ya tendrás ganas, y si no las tienes…
-Y
si no las tengo haré infeliz a Sebastien.
-No
digas eso. Él te ama. Tú eres lo más importante aunque no le des hijos.
-Es
que sí quiero tenerlos, pero no ahora.
-¿Él
lo entendió?
-Me
gustaría creer que sí.
-Bianca,
lo más importante entre ustedes ya lo tienen, y es el amor. Sin hijos se puede
vivir, sin amor no.
-Lo
sé… Hablando de ello… Me preocupa Douglas. ¿Frecuenta la reserva?
-Sí,
visita a menudo a una chica, su nombre es Camile.
-¿Y
qué tal es? ¿Crees que está a la altura de él?
-Oh,
no tenemos ansia de madre pero si de suegra.
Reí.
-Te
diré que no la conozco demasiado. Parece buena chica. Es prima de Carl, el
pretendiente de Marin.
-Sí,
eso lo sé. Es extraño… Hubiera jurado que Marin y Douglas terminarían juntos.
Veo que no será así.
-¿Marin?
-Sí,
mi prima estaba enamorada de Douglas pero aparentemente Carl logró conquistar
su corazón.
-Seguiré
a los dos de cerca, a Carl y a Camile, si te parece.
-Gracias
–sonreí-. ¿Y Gloria? Cuéntame de ella. ¿Va bien en el colegio?
-Oh
sí, es un genio encerrado en cuerpo de niña.
-Es
cierto es una niña con alto coeficiente.
-En
realidad es el futuro alfa. Así me dijo Chamán, ¿recuerdas? Noaidi, de Suiza.
-¿En
serio? ¿Pero el alfa no eras tú?
-No
se sabe con certeza. Parece que el lobo blanco se aparece a los guardianes del
alfa, no sólo al alfa. Y viendo como están las cosas creo que cumplo el papel
de guía de la manada mucho mejor que si fuera un jefe filósofo e intuitivo.
-¿No
digas que no seré la amiga de un importante alfa? ¡Qué desilusión! –bromee.
Rio.
-No
está todo dicho. Sin embargo creo que Gloria es la líder por excelencia.
-Me
gusta, tiene carácter, y esas premoniciones que te hacen salir corriendo –reí.
-Por
Dios, no me recuerdes los hechos terribles por los que pasó Douglas.
-Calla…
Fue de terror. Menos mal que Lenya estuvo en el momento justo.
-Lenya…
Sí… ¿Y qué tal Liz? ¿Se llevan bien?
-¿Quieres
la verdad o prefieres que la adorne?
-Siempre
la verdad.
-Bueno,
a veces se pelean que ni veas, tiembla la mansión.
-Lo
imaginé viniendo de mi amiga rubia.
-Pero
también es cierto que se aman con locura. No podrían vivir uno sin el otro.
-Está
claro que Lenya la ama incondicionalmente, mira qué hacer lo que hizo por ella.
-Sí…
Parece tan duro e insensible y es todo lo contrario.
-¿Así
era su madre? ¿O se parece a Adrien?
-Según
dicen a Adrien. Igual que Scarlet, aunque no tenga genes de él.
-Sí…
Supe que mató a su padre biológico antes que este asesinara a Sebastien.
-Exacto.
Es maravillosa y la adoro. El único problema que tenemos con Scarlet es que
está enamorada de Grigorii Petrov. Un oficial de la Fuerza.
-Ah,
pequeño detalle.
-Pequeño
y contraproducente. Ese oficial me ha vuelto loca con sus preguntas. ¿Recuerdas
la historia con Samanta Vasiliev?
-Refréscame
la memoria.
-Samanta
era una empresaria que quiso tener un amorío con mi marido.
Bernardo
enarcó las cejas, levantó la mirada de la taza, y me miró fijo con un gesto de
disgusto. Su voz sonó grave y pausada.
-¿Quiso
o lo tuvo?
Dudé…
Y eso fue suficiente para encender la mecha. La misma que anida en cada amigo
cuando estás a punto de confesar que te hicieron sufrir.
Su
rictus se endureció, sus músculos se contrajeron. Sus ojos color miel se
tornaron del color de las castañas. Pero antes que su naturaleza de lobo
saliera a la luz y saltara de la silla para arreglar cuentas, lo tranquilicé.
-No
me engañó –me apresuré a aclarar-. Ella lo drogó.
Viendo
que sus ojos no parpadeaban, continué.
-No
logró lo que quería.
-No
estás siendo clara.
Carraspee…
-Lo
que quiero decir es que no se acostó con él, Sebastien lucho contra ello y… Y…
-¿Y?
–susurró.
-Solo
alcanzó a practicarle sexo oral. Eso es todo.
-¿Eso
es todo? ¿Y me lo dices tan fresca? Que yo sepa el sexo oral no se practica
bebiendo café ni hablando sobre negocios. ¿Cómo llegó a eso?
-Bernardo
fue hace mucho tiempo. Por favor…
Bebió
un sorbo de café y mis manos transpiraron.
-Escucha…
-Sí,
por supuesto, estoy escuchándote –gruñó.
-Él
no sabía que esa reunión terminaría así. No lo buscó, cayó en una trampa.
-Sebastien
Craig es muy inteligente para caer en una trampa de una hembra.
-Bernardo…
-supliqué-. Déjame seguir contándote.
-Okay
–murmuró.
-El
caso es que tuvimos una pelea. Scarlet se enteró de lo sucedido y se vengó.
Pero claro, la policía estuvo tras ese crimen y la verdad que Petrov casi la
descubre, y con ella a todos los Craig.
Bernardo
se recostó en la silla y me miró.
Lo
miré y sonreí.
Fue
un silencio entre los dos interminable. Al final sonrió.
-Me
hubiera gustado verla morir.
-Lo
sé.
Bebí un trago de café y traté de hablar de otro tema. Mi sufrimiento por más breve
que hubiera sido era su obsesión como lo sería el de él para mí. Por primera
vez no sabía lo que ocurría en la cabeza de mi amigo, y por primera vez tampoco
deseaba saberlo.
Unos
golpes en el cristal de la ventana nos sobresaltaron.
Liz
y Marin saludaron con una gran sonrisa. Hice seña que entraran. Ambas se
acercaron felices de encontrarnos en Kirkenes.
-¿Oigan
que hacen tan tarde por aquí? –pregunté curiosa mientras Bernardo hacía un lado
un par de sillas para que ambas se sentaran.
-Salimos
de compras y cenamos en una pizzería –contestó Liz-. Gracias Bernardo pero no
nos quedaremos. Mañana Marin debe trabajar ya no entra en el turno de la noche.
-¿Has
cambiado el turno? –pregunté.
-Sí,
es que Carl piensa que la noche es más peligrosa para una mujer y además no
está bien visto –contestó Marin.
-Ah…
Liz
nos miró guiñando un ojo.
-Oh
siii, mi futuro cuñado es taaan considerado.
Sonreí.
-Bueno,
pero aún no me han dicho que han comprado.
-El
vestido de Marin. Cuéntale la noticia, hermana.
Marin
sonrió dulcemente.
-Carl
me presentará a la familia este fin de semana. Me esperan para cenar. Quise
comprar un vestido para estar presentable.
-Tú
estás siempre presentable –protestó Liz.
-Liz,
ya lo discutimos.
-Okay.
¿Y ustedes? ¿Sus parejas?
-Ah
bueno… -sonreí-. Es una escapada de amigos.
-¡Qué
genial! –exclamó Liz-. No se me había ocurrido proponérselo a Drank.
Bernardo
sonrió y me miró. No dije palabra alguna pero creo que pensamos lo mismo. Drank
no aceptaría simplemente porque no estaba en la posición de mi amigo. Drank
estaba enamorado de Liz y si la amaba aún mi prima debía esperar el momento
adecuado para reconsiderar una amistad como la nuestra.
-¿Qué
tal si regresamos, Bianca? De camino alcanzaré a este par de jovencitas.
-Buena
idea, Berny.
-¿De
verdad? Podemos coger un taxi –aseguró Marin.
-De
ninguna forma. Las llevaré. No quiero llegar tarde a la reserva y aún tengo una
conversación pendiente.
-¿Con
Sabina? –pregunté casi en un murmullo, temiendo la respuesta.
-No,
en la mansión.
Durante
el camino mi amigo y yo no hablamos demasiado, sólo acompañamos el entusiasmo
de Liz y Marin por la intriga de saber que tal era la familia de Carl. Marin
era un manojo de nervios y eso que aún faltaban un par de días para conocerlos.
Temía caerles mal o ser poca cosa para la prestigiosa familia de lobos. Quizás
lo peor de todo sería soporta a esa prima llamada Camile que de arrogante
saltaba a la vista.
Sentí
pena por Douglas. De verdad me había ilusionado con verlos juntos.
Cuando
llegamos a la mansión con Liz, Charles nos recibió alegremente.
-Bernardo
un gusto verte por aquí, gracias por traer a las damas.
-De
nada Charles, el gusto es mío. ¿Sebastien?
Tragué
saliva…
-En
el despacho. Le avisaré que has llegado y te traeré un café, ¿o prefieres un
coñac?
-Un
coñac, gracias.
-Para
mí también, Charles –dije sentándome en el sofá.
Por
supuesto no iba a moverme de allí.
Charles
sirvió los coñac y dio aviso a Sebastien. Finalmente no había viajado a la isla
por un permiso que necesitaba ser sellado para la explotación de carbono.
Cuando
Sebastien salió del despacho Liz había subido a la habitación con Lenya y
Charles se había retirado discreto. Yo balanceaba una pierna que cruzaba sobre
la otra y jugaba con el líquido ambarino del vaso. Bernardo se puso de pie y lo
seguí con la mirada.
-Bernardo,
buenas noches. Gracias por traer a Bianca y a Liz.
-No
es nada, ¿cómo estás Sebastien?
Ambos
se estrecharon las manos. Respiré profundo…
-Toma
asiento, me serviré un coñac. ¿Lo han pasado bien? ¿Se han puesto al día?
–sonrió mi marido mientras cogía la botella del bar.
-Sí,
hemos hablado de todo un poco –contestó Bernardo.
-¿Sabina
y los niños?
-Todos
bien, gracias.
-¿No
hace mucho calor aquí? -interrumpí abanicándome con una mano.
Sebastien
me miró.
-No
cariño. Pero si quieres apago los leños.
-No,
no… Está bien.
-Bianca
me dijo que están preocupados por ese tal Petrov.
Sebastien
negó con la cabeza.
-Por
ahora está controlado, pero se nota que lo obsesionamos.
-¿Y
eso por qué? –preguntó Bernardo bebiendo un sorbo.
Imaginé
que mi amigo jamás diría que yo había hablado sobre el tema de infidelidad.
Evidentemente procuraba llevar a Sebastien a confesar el hecho.
-Porque
es un buen investigador al parecer. Supimos que no se da por vencido así nomás.
Bernardo
jugó con el líquido del vaso y bebió otro sorbo.
-¿Y
cómo lo saben?
-¿A
qué te refieres? –preguntó Sebastien acercándose para coger asiento.
Mis
palpitaciones podían escucharse en la sala si hubiera habido silencio…
-Me
refiero al porqué están tan seguros que es tan insistente.
Mi
marido bajó la vista y después me miró. Yo sonreí enredando un bucle de mi
cabello en un dedo.
-Es
una larga historia.
-Tengo
tiempo.
Me
puse de pie de un salto.
-Quiero
más coñac.
-Pero
Bianca si tienes el vaso por la mitad.
-Me
gusta lleno.
Me
apresuré al bar de la sala y con manos temblorosas cogí la botella.
-Bueno…
te lo resumiré –habló mi marido.
-No
ahorres en detalles –insistió mi amigo.
Perfecto,
ahora mis palpitaciones se hubieran escuchado en la cocina.
-Todo
comenzó por una reunión con una empresaria.
-Ajá…
Mientras
la conversación parecía seguir su curso sin que nada lo evitara me serví más
coñac y bebí un trago largo que quemó mi garganta. ¿Por qué cuernos no entraba
Charles a lustrar el puto piano, o Douglas bajaba la escalera quejándose de
alguna cosa, o Ron interrumpía avisando que iba a llover, o Sara se sentía un
poco mal… No, retiraba el pensamiento. Bianca no metas a Sara en esto en su
estado. Tampoco era desear cualquier cosa para que ambos no hablaran de mí.
Bueno… Cualquier cosa no pero…
-¿Qué
ocurrió con la empresaria Sebastien?
-No
sé cómo explicártelo…
-Inténtalo,
quizás lo entienda.
-¡Suficiente!
–exclamé.
Ambos
me miraron. Avancé hasta los sofás y dejé el vaso de coñac en la mesa.
Charle
entró con unos canapés de salmón.
-Bernardo,
los preparó Margaret para ti.
-Gracias
Charles, muy gentil.
Me
senté junto a Sebastien y terminé con la tortura.
-Mi
amor, cuando bebíamos café surgió el tema de Samanta.
Charles
depositó el platillo en la mesa y alzó la vista para mirarme fijo.
Sebastien
me contempló expectante.
-Bernardo
está preocupado por tu casi infidelidad, tú sabes es mi amigo y…
Charles
arqueó la ceja y se disculpó.
-Pues
yo me retiro tengo que hacer –antes de desaparecer giró para mirarme y
vocalizar con mímica-. “Pide ayuda si la necesitas, suerte”.
Sebastien
se mantuvo pensativo y después miró a Bernardo.
-No
te preocupes, si es eso puedes estar tranquilo, nunca engañaría a Bianca ni la
haría sufrir. La amo.
Bernardo
depositó el vaso en la mesa.
-Sé
que la amas, pero a veces no es suficiente. Entiendo que hay situaciones por
las que pasamos que nos ponen a prueba, yo mismo…
-¿Tú
mismo qué? –interrumpí con los brazos en jarro.
-Digo
que yo mismo he pasado por hechos que rozaron la infidelidad.
-¿No
digas? –me enfadé.
-Tranquila,
dije “rozaron”.
-Bueno
habría que ver que es rozar para ti. ¿Sabina lo supo?
-Bianca
por favor, no hagas una tragedia griega –protestó Sebastien.
-Ahora
resulta que se unen los dos para cubrirse.
-¡Cubrirme
de qué! –exclamó Sebastien.
-Bianca,
cuando estaba en Suiza conocí una maestra de Gloria y…
-¿Era
bella?
-¡Qué
preguntas haces, Bianca! –protestó mi marido.
-Es
una pregunta adecuada. Quiero saber si era bella.
-Bianca…
Era bella sí. Estuve a punto de besarla.
-¿Qué?
-Dijo
a punto, no que la besó –defendió Sebastien.
-No
estábamos pasando un buen momento con Sabina. Ella tenía problemas para aceptar
a Gloria por lo vivido con Douglas.
-¿Y
te sentiste abandonado? –preguntó Sebastien casi aseverando.
-¡Ah
no lo puedo creer! –me puse de pie-. Resulta que ustedes los machos se sienten
abandonados en vez de acercarse a nosotras para indagar qué nos pasa o como
ayudarnos. ¡Qué fácil la hacen!
-No
es así –protestó Bernardo-. Son un conjunto de cosas, lo importante es que ames
a tu compañera y tengas claro las cosas. Por eso te pregunto, Sebastien,
¿tienes claro lo que sientes por mi amiga?
-No
te quepa la menor duda.
Los
miré con el ceño fruncido.
-Son
los dos unos cretinos.
El
móvil de mi marido sonó. Se puso de pie.
-Disculpen…
Se
apartó discretamente y yo seguí la charla acusadora con mi amigo en voz baja.
-Bernardo,
no me habías dicho nada.
-Pero
si no fue importante. Nada cambia.
-Mi
mejor amigo hasta hoy era perfecto.
-¿No
lo sigo siendo?
-Okay,
okay… Te diré algo. Antes que amiga soy hembra, ¿has escuchado? Más vale que no
me entere que le eres infiel a Sabina con todo lo que hace por ti.
-No
decías eso cuando comencé a salir con ella. Celosa, eso eres.
-¿Yo
celosa? ¿De dónde sacas ese disparate?
Ambos
nos miramos por breves segundos, hasta que una sonrisa en los dos surgió dando
paso a una carcajada.
-Idiota
–murmuré divertida.
-Eres
una loca –me atrajó hacia él y me abrazó. No
dejaré que alguna vez te sientas defraudada por mí.
-Lo
sé.
Sebastien
se acercó preocupado.
-¿Qué
ocurre cariño?
-Era
Mijaíl, Dimitri se fue de la casa. Discutieron con Sasha.
-Oh…
Pobre de los Gólubev.
Todos
hicimos silencio al ver caminar por el pasillo superior a Anouk.
Sebastien
respiró profundo.
-Buenas
noches.
-Buenas
noches respondimos.
Ella
bajó las escaleras con sus jeans y un suéter claro que resaltaba sus cabellos
oscuros.
-¿Te
has teñido el pelo? –pregunté.
-Ah
sí, me lo oscurecí al castaño. ¿Me queda bien?
-Muy
bien –sonreí-. Oye Anouk, ¿a Bernardo ya lo conoces?
-Creo
que alguna vez, cuando ha pasado por aquí a saludarlos. Mucho gusto, Anouk
Gólubev.
Mi
amigo estrechó la mano sonriente.
-Es
una excelente oportunidad para verlo, señor Bernardo. Quisiera pedirle
autorización para acompañar a mi amiga Marin hasta la entrada de la reserva
este fin de semana. Se encuentra muy nerviosa con la visita a la casa de su
novio.
-Por
supuesto, la reserva está abierta para el que quiera ir en son de paz –guiñó un
ojo.
-Es
cierto –acoté-. Marin irá a conocer la familia de Carl. Pero Anouk, sé que
quizás no sea tan grato para ti acostumbrada a estar rodeada solo de vampiros.
Pues, la reserva está llena de lobos –bromee.
Ella
sonrió.
-Bianca,
los lobos me encantan, será un placer.
Arquee
la ceja.
-Ah…
¿Te encantan los lobos? Bueno… -encogí los hombros.
-Anouk
–interrumpió Sebastien-, debo hablar contigo. Por favor, pasa al despacho.
-Por
supuesto, Sebastien.
Cuando
mi marido se despidió de Bernardo y Anouk hizo una inclinación de cabeza con
esos ademanes protocolares, siguiendo los pasos de Sebastien, Bernardo me miró
sorprendido.
-¿Esta
es la vampiresa con aires de engreída que me hablaste una vez?
-Ssssh…
Sí, es ella.
-Pues,
me pareció encantadora.
-Sí,
al parecer el aire de Kirkenes la ha cambiado.
-¿Tú
crees?
-¿Por
qué? ¿Qué piensas?
-Nada…
A lo mejor anda tras un lobo. Después de todo somos bellos y encantadores.
Reí.
-Y
engreídos. Aunque borra esa idea. No veré jamás a la menor de los Gólubev emparejada
con un lobo.
-¿Quieres
apostar?
-No…
Contigo no apuesto nada.
-¿Desde
cuándo?
Sonreí.
-Desde
que dijiste que creyera en la existencia de vampiros.
Scarlet.
Después
de trabajar las doce horas correspondientes haciendo ronda, llegué a la mansión
y atravesé el parque sumida en mis pensamientos. Debía hablar con Sebastien
sobre un tema delicado y desconocía si iba a resultar difícil. Miento… Estaba
preocupada porque sabía de ante mano que no iba a ser fácil. Al menos lo
intentaría, por Anne, por Grigorii.
Bernardo
y Bianca caminaban hacia los portones sumergidos en una charla amena y
distendida. En cuanto me vieron llegar sonrieron.
-Scarlet,
querida, ¿estás cansada?
-Hola
Scarlet.
-Hola
chicos. No lo estoy, no hubo grandes movimientos pero hubo que cubrir a
Grigorii y a Vikingo así que tuvimos un poco más de trabajo –me dirigí a
Bernardo-. ¿Mi ahijado?
-Todo
bien, malcriándose.
-Me
parece lo correcto –sonreí. Seguramente lo veré el fin de semana. Aprovecharé
que Marin debe ir a la reserva y…
-Oh
si, para conocer la familia de Carl. Pues, te esperamos.
-Gracias.
Ahora, si me disculpan… Debo hablar con Sebastien, ¿se encuentra en casa?
-Sí,
querida. Pero creo que está en el despacho con Anouk hablando sobre un tema
serio.
Rodee
los ojos divertida.
-¿Qué
ha hecho la menor de los Gólubev?
-Nada,
parece que Dimitri se fue de la casa y los Gólubev no atraviesan su mejor
momento.
-¿Dimitri?
Pobre Anouk, ella tan lejos de su hogar.
-Sí,
es una pena.
-Esperaré
a que termine de hablar con ella.
-Si
tienes un problema, Scarlet… Sabes que puedes decírmelo.
-Gracias
Bianca, lo sé. No es un problema, quédate tranquila. Disculpen, seguiré camino.
Cuando
llegué a la sala Charles subía la escalera.
-Oh,
preciosa… ¿Mucho trabajo? ¿Deseas que te acompañe a cazar?
Sonreí.
-No,
gracias. Me urge solucionar un tema con mi hermano.
-¿El
mayor o el menor?
-El
mayor –sonreí nuevamente.
-Ah…
Bien… Si necesitas un buen abogado estaré dispuesto a serte útil. ¿Y tú Civic?
No te escuché llegar.
Reí.
-No,
no he hecho nada contraproducente, es solo un pedido. Mi coche está en el
garaje, no tenía ganas de conducir.
-Vale,
entonces adelante y suerte.
-Gracias.
Golpee
la puerta del despacho y me anuncié.
-Sebastien,
necesito hablar contigo. Esperaré en la sala.
La
voz de mi hermano se escuchó desde el interior.
-Pasa
Scarlet.
Al
seguir su orden comprobé que Anouk estaba de pie y se despedía.
-Hola
Scarlet.
-Hola
Anouk… Lamento lo que ocurre en tu familia.
-Gracias.
Mi
hermano la observó sentado en su sillón del escritorio.
-Anouk,
vuelvo a reiterarte. Te necesito en el hotel por unos planos, tus años en
arquitectura me son útiles, quiero saber tu opinión pero ya sabes, puedes
viajar a Moscú si lo crees conveniente.
Ella
sonrió apenada.
-Lo
sé, pero prefiero cumplir con el trabajo. Llamaré a mis padres para que no se
sientan tan solos.
-Okay.
Apenas
Anouk cerró la puerta, miré a Sebastien.
-Vaya…
Ha cambiado, ¿verdad?
-Sí,
no lo puedo negar.
Se
puso de pie desprendiendo el segundo botón de su chaqueta.
-¿Y
tú? ¿Necesitabas hablar conmigo? ¿Malas o buenas noticias?
Sonreí.
-Ni
buenas ni malas, dependerá de tu respuesta, pero juro que la acataré.
-Entre
tú y Anouk harán caer piedras del cielo –rio. Después extendió los brazos-. Ven
aquí, ¿cómo estás?
Sabía
que se refería a mi psiquis emocional. No era fácil convivir con la imagen de
la muerte de quien te engendró por más que fuera odiado.
Me
refugié en sus brazos.
-Bien,
no te preocupes.
-Sí,
me preocupo. Te quiero, ¿lo sabes?
Asentí
con la cabeza mientras él acariciaba mis cabellos.
-No
niego que tengo varias imágenes grabadas en mi cabeza pero no me arrepiento de
nada. Volvería a hacer lo que hice.
-¿Estás
segura, cariño?
-Por
supuesto. Si él viviera en este momento tú serías quien no estaría entre
nosotros… Y mi elección fue la correcta.
Nos
separamos para mirarnos a los ojos.
-Tienes
unos ojos maravillosos. Violetas como los de Liz Taylor.
-Me
lo dijo Charles varias veces. No sé quién es Liz Taylor pero me agrada saber
que hay humanos con esos ojos.
-Créeme,
a mi también… Y dime, ¿qué te ocurre que has llegado con cara de cordero
degollado?
-Bueno…
¿Nos sentamos?
-Ah,
¿va para largo?
-Convencerte
siempre dio trabajo –sonreí.
Rodó
los ojos y se preparó.
-Okay,
soy todo oídos. Sentémonos.
Nos
sentamos pero esta vez no eligió su asiento frente al escritorio sino el sofá
esquinero junto a la ventana. Me senté junto a él.
-Bueno,
verás… Grigorii aún tiene que estar detenido formalmente y su hermana está muy
sola en ese apartamento con tantas carencias…
-¿Entonces?
-Ehm…
Vikingo está internado, lo operaron de apendicitis. Él se encargaba de hacer
las compras a Anne y llevarle provisiones hasta su puerta, también yo le he
hecho compañía. Sin embargo se siente desamparada. Su hermano es lo único que
ha tenido en la vida por muchos años y…
-¿Y?
Suspiré…
-Quiero
pedirte si puedo traer a Anne a vivir a la mansión sólo mientras Grigorii no
esté con ella, serán quince días o algo así.
Mi
hermano cerró los ojos y negó lentamente con la cabeza.
-Scarlet…
Lo que pides es peligroso para los Craig.
-Lo
sé, escucha… Ella no habla. Y si algún día pudiera hacerlo no nos delataría ni
frente a su hermano.
-¿Cómo
estás segura de ello?
Callé
unos segundos… Lo miré a los ojos… No podía mentirle.
-Anne
sabe quiénes somos.
Sebastien
se sobresaltó.
-Scarlet,
es jugar con fuego.
-Tranquilo,
confía en mí. Sé quién es Anne.
Se
recostó en el respaldo y sus ojos se dirigieron hacia la ventana que daba al
jardín. Hubo silencio por parte de los dos. Moría por saber que me diría aunque
estaba segura que por el bien de los Craig no lo permitiría.
-¿Qué
piensas? –me animé a preguntar.
Él
bajó la vista y jugó con los dedos pulgares.
-Pienso
que hubiera hecho nuestro padre si tú hubieras llegado con esa consulta.
-¿Y
qué hubiera hecho? –pregunté temerosa.
-Pienso…
que confiar en ti. Eso hubiera hecho. Así que… Yo haré lo mismo.
Mis
ojos se humedecieron cuando volvimos a mirarnos.
-Gracias…
-Ahora,
dime que haremos con esa chica. ¿No tiene un
cierto trauma con acercarse a machos? La casa está llena de ellos.
Feliz
por la respuesta de mi hermano contesté entusiasmada.
-Déjamelo
a mí. Anne estará en mi habitación y no saldrá. Tendrá las comodidades y con
las chicas no se sentirá tan sola. Prometo no dejar nada al azar.
Me
miró con un vestigio de duda razonable.
-Scarlet,
es mucho sacrificio. ¿Estás segura que vale la pena arriesgarse?
-Sí,
estoy segura.
-Okay,
habla con Bianca y con el resto de la casa. Que nada quede fuera de control.
Anda… Trae a Anne y que la suerte nos acompañé.
Lo
abracé.
-¡Gracias!
Verás que no te arrepentirás.
-Eso
espero, hermana. Lo que está en juego es de suma importancia.
-No
lo olvidaré.
-Lo
que no debes olvidar que por más que te pese su hermano es un investigador muy
listo.
-Lo
sé. Confía en mí.
-Aprendí
hacerlo.
-¿Y
se puede saber desde cuándo? –bromee-. ¿Desde qué salvé tu vida?
-No.
Desde que decidí no defraudar nunca más a nuestro padre.
Uy he extrañado tu novela. cada vez está más genial adoro la a mistad de Bernardo y bianca. Te mando un beso y te deseo una buena semana
ResponderEliminar¡Hola Ju! Gracias por pasarte y comentar. A mí también me gusta ese par de amigos en las buenas y malas.
EliminarYo también te deseo una muy buena semana
Uffff al fin nena! Extrañaba los capis...varias cosas...me gusto la reminiscencia entre B&B,esta bueno xq ayuda a los desmemoriados como yo a recordar todo lo que estos dos han vivido juntos. Alto lio preveo con Anne en la casa, pero sin duda va a ser genial ademas alguien le va a tener que sacar los traumas jajaja
ResponderEliminarEn cuanto a la presentacion en sociedad de Marin, conoces mi opinion...odiar a Carl es poco... y sabes q soy viceral y mi amor y mi odio son intensos jaja
Animo con lo de los comentarios reina, aveces la gente es asi medio vaga para expresarse...no lo cierres y si lo cerras...acordate q mi mail viene primero! jajajaja
Te adoro amiga...espero por mas de esta historia! Besotes
¡Hola Ale! Muchas gracias, sé que estás ocupada así que gracias por pasarte y comentar. Anne traerá escenas que sé te gustarán, y sí los traumas tendrán que esfumarse. Todos la queremos ver feliz. Marin... bueno habrá que esperar para que reaccione y sepa que el amor no es una familia con la casita y el perro. Es mucho más y puede venir de alguien un poco inmaduro pero que la ame sin reservas.
EliminarSé que cuesta comentar pero por eso no vale el sacrificio de subir e ir separando párrafos porque te cuento que al copiar y pegar el word me junta todo imaginate.
Gracias por tus palabras. Yo también te adoro. Un beso grande
Me gustó el reencuentro de Bianca y Bernardo les hacían falta hablar como amigos hace tiempo no lo hacían, y se le entiende la petición de Scarlet esperemos que no pase nada malo con Anne, muchas gracias por el capitulo Lou estuvo genial!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Gracias por comentar. Me alegro que te haya gustado el capi. Bernardo y Bianca han hecho un repaso y está genial para refrescar la memoria. No creo que pase algo malo con Anne en la mansión... Con los Craig... bueno para los Craig será peligroso teniendo a un ave rapaz detectando delitos.
EliminarUn beso grande y muchas gracias.
Pues me ha encantado esta escapada de amigos... supongo que algún día Drank y Liz podrán ser como Bernardo y Bianca
ResponderEliminarBueno, pues Bianca ha defendido mucho a Sabina ante la posible infidelidad de Bernardo
Marin va a conocer a la familia de Carl... ya veremos qué sucede, Carl no me gusta
Me encanta la idea de Scarlet... Anne está demasiado sola sin su hermano... y tal vez le vaya muy bien convivir con los Craig
Me ha gustado que Sebastien acepte que la chica viva en la mansión, y ya se ha enterado de que Anne sabe que son vampiros... quien no lo sabe es Grigorii
Está muy interesante, Lou... Te felicito, y me alegra que sigas publicando en el blog
Yo te aseguro que seguiría publicando en el blog aunque no tuviese ni un solo comentario... me hace ilusión, y ya está
Besos
¡Hola Mela! A mi me ha encantado reunirlos también y repasar hechos pasados hace tiempo. Fue divertido. Marin conocerá a su futura familia política yo... no augurio buenas noticias.
EliminarLa idea de traer a Anne es muy buena pero es peligrosa, conocemos a Grigorii y es muy difícil de engañar. Veremos que ocurre. Cierto, me gusta publicar en el blog aunque haya pocos comentarios pero a veces es tanto trabajo en decorarlo y mantenerlo que dudo si vale la pena el esfuerzo. Ojalá que sí cariño. Un beso enorme y gracias por estar por aquí.